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Si ahora recorres el campo con los ojos abiertos, verás que los escaramujos están madurando por todas partes.

Los frutos de los rosales brillan con un rojo intenso y ofrecen una buena oportunidad para ver si le gustan al caballo.

Basta con coger un puñado y llevarlo en el bolsillo del pantalón o detenerse en el rosal con el caballo y dejarse saborear.

Los escaramujos no sólo son una gran fuente de vitaminas, sino que sus semillas también contienen ácidos grasos de alta calidad en una forma digerible que beneficia al metabolismo.

También tienen un ligero efecto antiinflamatorio, lo que resulta especialmente beneficioso para los caballos mayores con problemas artríticos en otoños fríos y húmedos.

Cada caballo reacciona de forma diferente a los escaramujos: algunos los adoran, otros los odian. Tienes que probarlo.

Y si funciona bien, puedes darles un puñado cada pocos días durante el invierno o dárselos aquí y allá como un capricho bajo en calorías.

Al otoño le sigue rápidamente la estación fría, y los escaramujos también pueden ser un buen complemento:
Semillas oleaginosas: un apoyo importante en invierno.